Dura fue la de Adolfo.

 Pasados por agua salimos de la plaza. Peor suerte tuvo Garrido con "Sevillanito", que le corneó, tras haberle avisado en los lances de recibo y que se enceló en el suelo dándole unos viajes que no hacían presagiar nada bueno. Y el festejo quedó en un mano a mano. A tres toros por barba, impares para Robleño, pares con Román. Estuvieron los dos animosos, ante las dificultades que sacaron los de Adolfo y lo que jarreaba desde las alturas. Al de San Fernando de Henares, ya pueden sus mentores meterle en un cursillo avanzado de suerte suprema. Las puertas grandes que ha perdido en sus cincuenta y cuatro paseíllos como matador, van a ser de difícil recuperación. Hoy las cambió por dos vueltas al ruedo, tras enterrar el estoque al último intento. Y mañana tenemos un descanso, para secar la indumentaria. Esta empresa, es que está en todo.