miércoles, 28 de mayo de 2014

Maldiciones.

Dicen que las de burro no llegan al cielo. Pero hoy en Las Ventas, con una muy bien presentada corrida de Iban, ganadería del gusto del aficionado y que ha dado motivos para que así sea, no llegamos a disfrutar del arte del toreo. ¿Por que? La climatología acompaño salvo en el tercer toro, no molestó en demasia el dios Eolo y sin embargo salimos con la sensación de que la corrida pudo ser mejor.. En parte podríamos hacer culpables a los diestros, Robleño, Bolivar y Pinar. También podríamos decir, que la corrida en general fue brava en el caballo, pero allí no hubo ninguna amalgama. A los toros, cuando entran al caballo, y se les pica es por la casta, no por los kilos. Y hoy la corrida no venía pasada de romana. Así que vimos a algunos de los Iban llegar crecidos a la muleta. Los toros tienen terrenos y distancias, y hoy vimos, como en algunos de los lidiados se equivocaban ambos conceptos. También es justo decir que la corrida fue a menos cuando los diestros tiraron de flámula. Pero allí estaba la maldición, en esa falta de entendimiento entre los de a pie y los de cuatro patas. Brilló como ayer Angel Otero, aunque para mi gusto fuese en el primero, llevando la lidia, cuando alcanzó su mas alto nivel. Saludó por el tercer par al cuarto de la tarde. Y que quede constancia del gran quite que hizo Bolivar a un subalterno que cayó en la cara del toro. Se aplaudió menos ese detalle, que cuando levantaron a un caballo los monos. Otra maldición.


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