¿Todavía hay algún motivo sanitario, lengua azul, EEB (encefalopatía espongiforme bovina) que obligue a tener cerradas estas instalaciones? ¿Es un problema de la instalación en sí, a los sesenta y cuatro años de su fundación? ¿No tiene solución la situación de abandono en la que se encuentra? ¿Hay intereses ganaderos, empresariales, políticos que impida el funcionamiento de La Venta, para los fines que fue creada allá por los años cincuenta?
Lo que era un vivero de aficionados, que iban a ver los toros, obligados por su afición, no era nada comparado con la gente curiosa, que acudía a El Batán a ver los toros. ¿Cuanta de esta gente, no aficionada, compraba entradas para ver esa ganadería que tanto había gustado en las corraletas?
No se olvide, que muchos de aquellos niños, que ahora son ya hombres, el primer toro que vieron en su vida fue allí y que mas allá de los beneficios económicos que la venta pudiese tener, daba la oportunidad de poder ver al toro, al totem, allí mismo. Acercaba al toro, el gran protagonista de la fiesta, a la urbe. Ese alejamiento, que supone no poder ver al toro, mas que en la plaza, es uno mas de los motivos que echan al aficionado curioso.
A todos los que interesa mantener y sostener la poca afición que va quedando, y que vivan de este mundo del toro, que no olviden que la fiesta no empieza con el paseíllo en la plaza, sino que hay muchos lugares que hay que mantener y que aviven ese rescoldo que tanto bien haría a esta fiesta languideciente.
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