¡Ole¡ por Castella.
La oreja la ganó en el segundo de la tarde, cuando ya con la cornada puesta,
hizo un sensacional quite al peón de Manzanares, al salir de un par de
banderillas, y por el aguante de no irse a la enfermería tras el percance, con la paliza consiguiente. Hubo
detalles de toreo bueno en la corrida. Como a cuentagotas, soltaron arte los
banderilleros de las tres cuadrillas, que con los palos dieron una buena tarde destacando sobremanera Juan José
Trujillo, que saludó. Talavante dio fulgores
de su arte, en el entrepelado sexto, tanto con el capote, como con la pañosa.
Manzanares, pegó un par de verónicas de enjundia. Pero todo fue como de mas a
menos, como los toros de Victoriano del
Río, que al salir de la primera vara, perdían el gas. La segunda la señalaban.
Justo el encierro en todo. En presentación, en fuerzas, en casta. Aquí está el
problema. Si van tan justos de todo y falla algo, el espectáculo se va al
carajo. Este prototipo de toro, por el que se pelean los toreros, no lleva mas que al
aburrimiento, a la uniformidad en todo.
Luego, con aquello de; ¿Si hubiesen aguantado un poquito más? Tenían
clase, pero… No hay peros, figuras, no se puede elegir con tanta medida, para
que el toro salga noble, no moleste, que su presentación sea la justa para que
no se protesten, y que duren. Por muy figuras que sean, necesitaran del toro, para dar importancia a su tarea y que
el público lo valore. En vuestra mano está, levantar este espectáulo. Este
espectáculo, que ayer dignificó Castella con su valentía y aguante.
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