Aparicio se cortó la coleta. Esto es lo que queda después de ver un lamentable encierro de Las
Ramblas. Descaste, flojera, esos semovientes de los que os voy a cansar, a los
que me leéis. Esos bichejos, que pasean por el ruedo como ovejas tullidas, sin
sangre brava. El quinto, sacó un poquito de mala leche, pero no para cabrear a
El Fandi. ¡Ay, si se atreve! Lo desbarata el granadino de un soplido. ¡Ese si
que es un toro! ¡Que facultades! Cumplió con el capote, armó su lio en
banderillas, en tono menor, y pudo haber estado mejor con la muleta en su
primero. Pero bueno, no se le puede pedir todo. Perera, otro de los del G-10,
se apuntó también a esta ganadería. Con decir, que es una pena que no tuviera
un poquito mas de fuerza, cumple. Lo saben y mienten como bellacos, cuando
dicen esto. Lo saben de mano, como saben que en Madrid, con estas reses no
podrán triunfar. En el que cerraba plaza, hizo una faena larga, en la que
comenzó citando de largo, con dos series con la derecha. Pasó a la izquierda,
echándoselo fuera. Y luego se pegó el arrimón. Pinchazo, aviso y estocada
precedieron al saludo desde el tercio.
Y Aparicio se fue. Ya
no estaba. Una pena, sobre todo al recordar la faena, que le llevó a la gloria.
La faena de Aparicio. Sin duda una de
las que quedaron en la historia de esta plaza. Y los que tuvimos la
suerte de verla, guardamos unas neuronas para retener aquello. Me pareció
injusto, el lanzamiento de almohadillas a un torero que reconoció su impotencia
y que se había cortado la coleta unos segundos antes. Mala y triste tarde,
Julito.
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Julito Aparicio en Canencia |
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