Sr. Briones, ganadero de
Carriquiri, con una de gambas no lo hace. ¡Ni de coña! Nunca un torero, puede
haber hecho tanto, por dos toros. Sobre todo por el sexto. ¿Le debía algo
Castaño, para tapar la mansedumbre de “Flamenco”? Vaya torerazo. Y vaya mansada,
que mando Ud. Sin tapujos y sin disimulos. Los disimulos, son los aplausos a
ese sexto en el arrastre. Buenos mal, que también se le pitó, lo que merecía.
Todo el encierro manso, buscando chiqueros, saliendo sueltos, yendo a terrenos
donde nadie los molestara, medias arrancadas…
Pero bueno, para eso estaba
Castaño. En el tercero, sin picar, ya aguantó un gañafón, al comienzo de la
faena. Estuvo firme, pisando terrenos que solo pisan los toreros que lo ven
claro, y que no se merecía el toro. Recibió una ovación tras estocada y descabello. Se echó el toro. Y salió la
mole. Un sexto fuera de tipo, como el quinto, suelto como todos, al que dieron
un picotazo en chiqueros. Ya en su sitio entró por tres veces al caballo, arrancándose
desde muy largo, sin empujar y saliendo suelto en el embroque. Tito Sandoval,
con su forma de mover el caballo, le facilitó las cosas y fue muy aplaudido. Un
picador medido y felicitado por el matador. La plaza hervía en esos momentos,
como si se le hubiese olvidado lo pasado, que había sido mucho. ¿Cuántos espectadores
se fueron tras doblar el cuatro y quinto? Llego Adalid y puso dos pares de
extraordinaria categoría, sobre todo el tercero. Como es normal, saludó. Se
entregó Castaño, a sabiendas de que el toro no le iba a regalar nada. El toro
pensó, que ya le pagaría el amo. Un pero: ¿Porqué no cerró un poco mas al toro?
Tras media tendida y descabello, dio la vuelta mas seria de la feria.
Frascuelo, ovacionado, anduvo por
allí. No tuvo enemigos, y la plaza es amiga. Mató decorosamente, y hasta el año
que viene o quizás sea mucho.
Garibay, tuvo otro manso de
libro, el quinto. Fernando Galindo, llevó todo el peso de la lidia, desde los
lances de recibo. Sorprendió ver que el toro llegaba al último tercio con una
embestida de esas que tienen los mansos para triunfar con veinte muletazos. Y
nos quedamos con las ganas.
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