miércoles, 30 de mayo de 2012

30 de mayo. Vigésima de feria. CASTAÑO,SALVADOR


Sr. Briones, ganadero de Carriquiri, con una de gambas no lo hace. ¡Ni de coña! Nunca un torero, puede haber hecho tanto, por dos toros. Sobre todo por el sexto. ¿Le debía algo Castaño, para tapar la mansedumbre de “Flamenco”? Vaya torerazo. Y vaya mansada, que mando Ud. Sin tapujos y sin disimulos. Los disimulos, son los aplausos a ese sexto en el arrastre. Buenos mal, que también se le pitó, lo que merecía. Todo el encierro manso, buscando chiqueros, saliendo sueltos, yendo a terrenos donde nadie los molestara, medias arrancadas…
Pero bueno, para eso estaba Castaño. En el tercero, sin picar, ya aguantó un gañafón, al comienzo de la faena. Estuvo firme, pisando terrenos que solo pisan los toreros que lo ven claro, y que no se merecía el toro. Recibió una ovación tras estocada  y descabello. Se echó el toro. Y salió la mole. Un sexto fuera de tipo, como el quinto, suelto como todos, al que dieron un picotazo en chiqueros. Ya en su sitio entró por tres veces al caballo, arrancándose desde muy largo, sin empujar y saliendo suelto en el embroque. Tito Sandoval, con su forma de mover el caballo, le facilitó las cosas y fue muy aplaudido. Un picador medido y felicitado por el matador. La plaza hervía en esos momentos, como si se le hubiese olvidado lo pasado, que había sido mucho. ¿Cuántos espectadores se fueron tras doblar el cuatro y quinto? Llego Adalid y puso dos pares de extraordinaria categoría, sobre todo el tercero. Como es normal, saludó. Se entregó Castaño, a sabiendas de que el toro no le iba a regalar nada. El toro pensó, que ya le pagaría el amo. Un pero: ¿Porqué no cerró un poco mas al toro? Tras media tendida y descabello, dio la vuelta mas seria de la feria.
Frascuelo, ovacionado, anduvo por allí. No tuvo enemigos, y la plaza es amiga. Mató decorosamente, y hasta el año que viene o quizás sea mucho.
Garibay, tuvo otro manso de libro, el quinto. Fernando Galindo, llevó todo el peso de la lidia, desde los lances de recibo. Sorprendió ver que el toro llegaba al último tercio con una embestida de esas que tienen los mansos para triunfar con veinte muletazos. Y nos quedamos con las ganas. 

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