viernes, 1 de junio de 2012

1 de junio. Vigésimo segunda de feria. CUADRI TIENE CREDITO


¡Que cuajo tenía el que abrió plaza! El picador, de nombre, Antonio Muñoz, le metió tres varas. Baja zurrándole, en su sitio y  trasera. Así fueron las tres varas en la que el toro se arrancó de largo. ¡Vamos, que se llevó lo suyo! En banderillas esperó. Brindó al público, y el toro tuvo el recorrido corto, y sin humillar. Se le ovacionó en el arrastre. El segundo, mas flojo, se le cuido en el caballo, salió con las manos por delante. Espera en banderillas, y en la muleta, citando desde los medios, echó la cara arriba y rebrincado. A media altura, con la zurda, se los tragaba, pero cuando se la bajaba, protestaba y se acababa el viaje. El tercero, le cuidaron, aunque Pedro Calvo, le pegó muchos capotazos. También la cara arriba a los banderilleros. Junto con el sexto el menos picado. El cuarto, en el caballo cabeceó, y echó la cara arriba. Mal la cuadrilla en banderillas. No tenía un pase. El quinto muy aplaudido, salió con pies, aunque luego se quedó distraído.  En la  primera vara, se quedó enganchado en la silla, cabeceó, la cara arriba en banderillas, persigue al banderillero y llegó incierto a la muleta. El sexto, pareció mas flojo. ¿O se quebrantó en el intento de salto al callejón? No le dieron en el caballo. Con este cuadro, es difícil entender, la ovación a algunos de los toros en el arrastre, y aún peor, esa ovación al retirarse los matadores, destinada, ¿a quién?,  ¿al mayoral?  No seré yo sospechoso, de manía a Cuadri, ni nada por el estilo, pero algo pasaba en la plaza. No conviene generalizar, pero delante de mi, había tres personas, muy aficionadas, que después de estar hablando de sus cosas, sin atender la lidia, y contando sus cuitas de oficina, a una de ellas no se le ocurre decir otra cosa que lo siguiente: ¡Con lo que han humillado los toros, que mal han estado los toreros! Me cambie de sitio, por no saltar. ¡Si no habían visto nada!
Ni que decir tiene que la corrida, estuvo excelentemente presentada, que no hubo aburrimiento, pero que no hubo ningún toro bravo, dicho a la antigua, y tampoco, a la moderna, que se dejara. Castaño, fue cogido por el segundo, de manera  espeluznante, mató al toro ¡Vaya huevos! Y se fue a la enfermería para no volver.  Rafaelillo, mato tres, y le pitaron sobremanera en el cuarto. Bolívar tragó paquete en el quinto al que mató de una caída con vómito.
¡Que calor!

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