viernes, 30 de mayo de 2014

Verdad

En la plaza imperó la seriedad. La seriedad que propuso el toro, y las agallas, por ser fino, que pusieron unos tíos que hicieron el paseillo. ¡Que corrida! Impresionante la presencia, y hasta ahí los parabienes al ganadero. Luego llegó el quinario para tres hombres, tres torerazos que dieron lustre y dignificaron a esta profesión. Un corrridón mando Paco Medina en cuanto a presencia , que es lo primero que se debe de pedir a un ganadero. Dicho esto, que difíciles, que ásperos, que cabrones. Unos mas que otros, pero no hubo ninguno que regalase una embestida noble, franca para que los toreros se sintieran. La plaza estaba en perpetua alerta, pendiente de los movimientos de unas reses, de las que ya no se llevan. A uno, que ya va siendo mayor, le recordaban los tiempos de Calatraveño, El Puri, Luguillano, García Higares, El Hencho en aquellas corridas veraniegas, en que salía el toro como el de hoy. Abellán, Ureña y Adame dieron una lección de pundonor y verguenza  y torearon. ¡Vaya que si torearon! Y muy bien. Porque torear no es solo ponerse bonito delante de una mona, en quién estaré pensando, sino entregarse y dar todo lo que uno tiene delante de el toro. Lo de hoy, no tiene mas importancia que la que da el toro. En la plaza, se palpaba la emoción, el miedo que llevaban las embestidas de los de "El Montecillo" Otros días y no tan lejanos, la gente no daba importancia a nada porque no había toro. Nadie discutió una oreja, no hubo protestas, hubo entrega, valentía y la afición con el convencimiento de que lo visto era verdad.
Tres cuartos de entrada, molestó el viento en algunos momentos. Abellán pasó a la enfermería tras despachar a su primer enemigo y salió en el quinto, cuando se metía para adentro Ureña con una cornada en un muslo. ¡ Gloria a los tres¡


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