Veintitres de mayo. Décimo sexta de feria. "No hay billetes" en tarde con agua. Fuerte cayó en el segundo y tercero.
Toros de Victoriano del Río, mansos, nobles, de justísima presentación, o menos, todos se rajaron y doblaron las manos en diferentes fases de la lidia. Si al ganadero le vale con la oreja de Roca Rey, para justificar el juego de sus productos, mal vamos. Nunca he defendido el toro grande, sino la casta y lo que lidió en Madrid hoy estaba ayuno de ella. Ya en la de feria del pasado año fracasó, y como premio viene dos veces este año. Y no es de esperar que viendo el próximo cartel vaya a traer algo mejor a lo de hoy. Pero claro, es el toro que desean las figuras y nos los comeremos.
Perera, escuchó dos silencios, con aviso en el primero, al ponerse pesado, intentando dar pases sin sentido, a un toro que no los tenía. El destoreo, en su versión mas pura. Talavante, tuvo el detalle de ser breve, cosa que se agradece. Y Roca Rey, tuvo un comienzo de faena al sexto, con la planta quieta y esos detalles tremendistas, que tanto gustan. Quiza sea eso que llaman carisma, pero de toreo de verdad hubo muy poco. Pegó un estoconazo, de rápido efecto y se le pidió la oreja con fuerza.
La lluvia, no llegó a condicionar el festejo, aunque las salidas y entradas de público, si que dieron lugar a momentos de tensión entre los que no habían abandonado la plaza y los que querían entrar de cualquier manera. Los paraguas, vierten el agua, no la recogen, y parece ser que a muchos no les gusta que se le diga. Y en los altos del siete, un aplauso para quien intentó mantener el orden, llegando a enfrentarse con un advenedizo, que se pensaba que allí se podia hacer lo que diera la gana. Aquí, en estas circunstancias, también se ve la falta de afición
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