jueves, 17 de octubre de 2019

Canencia, Lozoya y Rascafría


Vayan estas letras, para todos aquellos 
que tienen y conservan su afición a la fiesta nacional, si, esa que no entiende de izquierdas ni derechas, en la que cabemos todos los que nos gusta este ancestral espectáculo. Aficionados a los toros, sin mas, el resto de ideas, cada uno con las suyas.
La primera semana de octubre, se han vivido dos acontecimientos en Lozoya y Canencia, por orden de fechas, en las que se ha visto un incremento del público, respecto a pasados años. En todos los espectáculos en los que se pone interés, y se hacen las cosas bien, suelen tener resultados positivos. Pero en los tiempos que corren y con tanto lobby antitaurino, es curioso que en estas dos poblaciones haya habido un ambiente que nos retrotraía a tiempos pretéritos, aquellos en los que ser aficionado no estaba mal visto.
¿Y porque ha pasado esto? Sin duda, por los buenos espectáculos programados, a la asistencia de figuras, que son los que llaman la atención, y que también tienen en su mano, la supervivencia de estos festejos, que son menores en la globalidad taurina, pero inmensamente grandes para las poblaciones en los que se celebran y las limítrofes. Este intercambio y trasiego entre aficiones que se ha dado este año, entre unos pueblos y otros, debería de ser una constante para que en años venideros, las entradas hicieran posible la viabilidad de las fiestas. Es difícil pensar que unas fiestas sean iguales, con toros, que sin ellos. O eso nos parece a los que nos gusta
Rascafría, también cumple un papel importante. Llevan dos años organizando un modesto festival, tras varios años de liquidacion por derribo. Pero lo han dado y me consta que allí también hay afición, como hemos visto en Lozoya hace unos días, al acudir en gran número al espectáculo.

Cada localidad tiene lo suyo. Fechas, presupuestos, condiciones que no son iguales para todos y que por lo tanto pueden alterar el planteamiento del festejo. Rascafría tiene sus pros, mucha gente en agosto, y sus contras, malas fechas por la cantidad de festejos, aunque no tanto como en tiempos pasados, y la voluntad de la corporación es imprescindible. Lozoya quiere mantener la tradición del festival, con el inconveniente de que siempre se tratara de un dia habil, y dificultará la asistencia de quién trabaje. Cuenta con la gente de Navafría y Segovia como visitantes de fuera de la zona. Pero son señas de identidad. Y Canencia, cuenta con gente procedente del otro lado, Miraflores y Colmenar, y adecua su festejo al fin de semana tratando de que siempre caiga en día de fiesta. Peculiaridades que suman, y mas si las aficiones de los tres pueblos, uniesen sus intereses y acudieran a los espectáculos programados por los vecinos. Sería mas que suficiente este apoyo a la fiesta para poder mantener la denostada fiesta.

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