viernes, 24 de mayo de 2024

El caos.

Veinticuatro de mayo del veinticuatro. Sol y no hay billetes

Salí un poco antes de casa respecto a los días anteriores de la feria. Quizás fuese porque en el subconsciente era cartel de lujo con Cayetano, el de antes, con Roca Rey, el de ahora, y con uno de Totana que confirmaba y que  gustaba desde su presentación en Madrid, para un futuro. El glamour de las tardes de feria de toda la vida, con elegantes vestidos y perfumes caros. Me pasó muy cerca la Lomana, en el patio de arrastre y me confirmó lo que pensaba de la tarde. Me subí al tendido, empezó el festejo, y desde el principio aquello fue un descalzaperros. Si Antonio Bienvenida hubiera podido seguir la lidia y verla desde el tendido, inimaginable lo que podría haber pensado. Ya no fue falta de torería, evidente, la colocación de los actuantes en el ruedo, subalternos que dimiten de sus funciones en lo mas mínimo, como defender al picador de puerta, matadores que colocan al toro en el caballo y salen por la grupa del piquero, y quien se deja morir un toro, y espera a que le den los tres avisos sin  motivo aparente. Unos mulilleros sin gota de prisa.  Es muy difícil de explicar este bochorno que los profesionales dan, con la impresión de que  la fiesta va a derivar en esto que hoy
hemos visto en Las Ventas. Y no se trata de una mala actuación de algún componente de los que intervienen en el espectáculo, sino una actitud ante la poca exigencia de quien acude al coso. Todo vale, menos aquello de cada uno en su sitio. Le importó mucho a Roca que le dieran los tres avisos, hasta dio la impresión de que los quería. Y aquí si que se podría hablar de torería.

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