Tres figuras de esta época, Castella, Perera y Luque, no tuvieron piedad de los aficionados que llenaron los tendidos. Los convirtieron en santos, los beatificaron y los subieron a los altares. El público que hoy pagó una entrada por ver a estos tres palizas, merecen el perdón eterno. ¿ Como puede ser, que matadores ya veteranos en edad y en festejos toreados en Las Ventas, no sean capaces de abreviar ante bueyes de carreta descastados ? A los tres los avisaron y todavía me pregunto que es lo que pensaban hacer con esos moruchos que se lidiaron. ¿ Que necesidad hay de castigar a los que se sientan en los tendidos, gradas y andanadas haciéndolos salir poco antes de las diez de la noche? Ni un muletazo bueno se vio y ellos poniéndose cañis haciendo que hacían para no hacer nada. Del tendido salían voces pidiéndoles que dieran otra serie y ellos hacían caso. Que afán por trabajar en balde, sabiendo que la afición lo que quiere en estos casos es brevedad y hasta mañana. He nombrado a los matadores y no he dicho nada de quién eran los moruchos lidiados. De Alcurrucen, que no se olvide.
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