Toros de Victoriano del Río, el sexto con el hierro de Cortés, muy mal presentados y mansos. Segundo y tercero, indignos de esta plaza. El lote mas respetable, sin excesos, correspondió a Juan Mora.
Con la mano izquierda, al natural, aunque no lo pareciese, muleteaba “El Juli”, desplazando al toro muy hacia fuera, y según la dirección y trayectoria pareciese que mandaba al animal unas veces a El Carmen y otras a Manuel Becerra. Tan tieso como una alcayata. La solanera enloquecía, ante aquella demostración de poderío y mando, ante un novillote, por presencia, no por edad, que nunca debió de pasar el reconocimiento. Montó la espada, y con su clásico saltito, perdió la muleta y enterró el estoque en el cuerpo descoordinado de aquel bichejo. Explosión de júbilo, hasta que el toro se dio la vuelta y pudieron ver que medio estoque asomaba. ¡Que decepción! Adiós a la oreja, o a las dos, que tal como aquella zona de la plaza vio la faena, todo hubiese podido pasar. Por una vez se acordaron de aquella frase del Tío Caniyitas : “Las estocadas atravesadas se le atraviesan a la afición” . Bueno, a la afición, o lo que queda de ella, se le atravesó, no solo aquel feo espadazo, sino la corrida entera. Que vergüenza de presentación. Yo que la Comunidad, investigaría donde están los culpables del desaguisado. Hay muchos mirones, digo veedores, digo veterinarios, digo apoderados. Alguno habrá que pueda decir algo, sobre el fracaso de la corrida mas importante del año. Figura que asoma por Las Ventas y escándalo seguro. Será por eso por lo que quieren irse a cultura y que no los fiscalicen. ¡Iros al peo! Figuritas.
Juan Mora, anduvo fácil y superficial. Muchos lances a pies juntos, recortes, cambios de mano con gusto, pero sin llegar al toreo fundamental. Sufrió un palotazo que le hizo pasar a la enfermería tras estoquear al primero. Hubo un amago de pique en el tercio de quites con Morante, pero no pasó a mayores. Chicuelinas de Morante y Mora delantales con enganchones. En este toro estuvo muy bien Carlos Prieto, el picador, que fue aplaudido. Y Morante, con todo a su favor, menos el ganado, anduvo por allí. No se puso ni expuso, medios muletazos, un trincherazo en el quinto y hasta la próxima.
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