Toros de Victorino Martín.
Descastados, mansos, de justa presencia. Lleno de “No hay Billetes” en la
corrida que mas expectación había despertado. Tarde desapacible, con viento
molesto.
Era la corrida de la feria. Una
figura, seis toros de una prestigiosa ganadería, en la que todavía confiaba el
aficionado, y que ha salvado abonos enteros, en años pretéritos. Las decepciones
en este caso son dobles. Demostrado está, que tres puntos determinan un plano.
Dicho de otra manera, para sujetar una mesa, hacen falta un mínimo de tres
patas. Toro, torero y público, son los encargados de sujetar la mesa de la
fiesta. Volvió a fallar, como casi siempre el toro. Lo mas importante, lo
primordial. Y en otras tardes, y en esta plaza, cuando falla el ganado de una
ganadería en la que todavía tiene esperanzas el aficionado. Apaga y vámonos.
¿Si nos falla Victorino, en quien
podemos poner nuestras esperanzas? Vamos a tener que reconocer que lo de sangre
Domecq, es indispensable. Que sin ello no podremos ver torear. ¿Dónde estaba la
casta, de la corrida de hoy? Que petardo, Victorino. ¿Tendremos que pensar que
la ganadería está así en la actualidad, o ha sido un espejismo, una mala tarde?
Talavante se aburrió, y aburrió a
todos. Solo un destello en el tercero, en dos tandas de naturales, que por un
momento pareció que iban a levantar la tarde. Y el aburrimiento del público ya
es continuado ,y la feria cumplida la mitad tras tres corridas de figuras ha
entrado en barrena.
¿Crisis de público? Llenó la
plaza. Crisis de dos de las patas de la mesa. Toros y toreros. Decepción
absoluta
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