Lo que se trajeron del campo los
dos prendas y el acompañante, fue para quedarse helado. Al frio, que se metía
en el cuerpo desde Manuel Becerra, solo le hacía falta, la ducha de agua fría, que
nos metieron todos aquellos que perpetraron semejante dislate. En esa tropa
caben empresarios, veedores, apoderados y todos aquellos que por acción u
omisión, anduviesen por allí. ¿Pudo ser el frio, el causante de todo lo que
ocurrió en Las Ventas? ¿Acaso los toros se encogieron al notar la temperatura
ambiente? Probablemente. Podría ser una explicación de esas que se inventan los
taurinos. Como los dos figuras que hicieron el paseíllo, y poco mas, vuelven
dentro de unos días, esperemos que haga otro tiempo y que los toros no encojan.
El mas jovencito de la terna, que confirmaba, mostró ganas de arrimarse, salió
a los quites y claro, intentó decirle a la gente que por la vía del valor,
quiere ser figura. El mas veterano, padrino naturalmente de la confirmación, dio
una verónica, hizo un quite de peligro a su ahijado y pegó un mitin. Y el del
medio, se puso a hacer pero no hacia nada. Bueno, algo hacía, pegaba pases sin
medida, despegados, citando desde quien sabe dónde pero muy lejos. Eso si muy
elegantes. Ninguno mató bien, creo que fueron tres avisos y el público salió
maldiciendo el frio, que había dejado a los toros en esas insignificancias
pitonudas.
Solo queda decir, que las birrias
eran de Juan Pedro Domecq, y los artistas respondían por los nombres de Morante
de la Puebla, José María Manzanares y Jiménez Fortes.
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