Lleno. Sol, sopló el viento en
algunas fases de la lidia, sobre todo en la faena de Castella al cuarto. Toros
de Victoriano del Río, tres y tres, justos de casta y mansos. El primero se
inutilizó en banderillas. Apenas se les picó, como viene siendo habitual en
toda la feria. El sexto corneó de fea manera al peón Valentín Lujan.
Cuatro orejas, cuatro, se
repartieron las figuras apoderadas por las multinacionales taurinas. Escrito
así, puede dar la impresión de que asistimos a un festejo que quedará para la posteridad.
Pues no. El manirroto presidente, tiró de pañuelo con prontitud asombrosa y
puso el nivel mas uno en todas las decisiones que afectaban a la concesión de
trofeos. No es el camino del triunfalismo, el que debe de llevar a la
regeneración del espectáculo, sino el de la pureza y la exigencia. Exigencia en
los tres palos que deben de ser los que sujeten el entramado. Público,
ganaderos y toreros. Y ni el público cumplió con esa exigencia, dando pie a la
presidencia para que diera orejas que no deberían de ser de recibo en esta plaza.
Ni el ganadero tampoco ¿Cuántas varas recibieron los toros de Guadalix? Sumando
todas como para picar el lote de un matador. La primera oreja de la tarde fue a
manos de Manzanares, por una estocada trasera en la suerte de recibir, que
deslumbró a un público triunfalista. Antes había dado un recital de toreo
superficial, al hilo del pitón, siempre fuera y perdiendo pasos. De manera
elegante, eso sí, y siendo avisado. Talavante tuvo la suerte de encontrarse con
un manso encastadito al que se intentó picar en todos los terrenos, sin
conseguirlo. Crudo, llegó descompuesto a banderillas echando la cara arriba. En
el cinco, valiente y ligando los muletazos, le hizo una faena vibrante. La clásica
lidia del manso, aderezada con un par de naturales extraordinarios. Perdió la
cara y se llevó una voltereta sin consecuencias. Bernadinas y adornos fueron el
colofón de la ligada faena. Estocada y dos orejas. ¡Que exagerao, D. Julio!
Castella poco pudo hacer ante el
regordío burel que abrió plaza, ya que se lastimó en banderillas, y tuvo que
abreviar. Ambel Posada se desmonteró tras un gran par. Al que le dio el triunfo
le hizo una faena de las suyas. Pase cambiado por la espalda en la boca de riego.
Molestado por el viento, aguanto un parón, y basó su tarea en el toreo natural.
Estocada y descabello tras aviso.
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