domingo, 17 de mayo de 2015

Hubo que esperar

Diecisiete de mayo. Décima de feria. Dos tercios de entrada. Calor y sol para regalar.
Toros de El Montecillo, bien presentados y mansos en todos los tercios. Dieron nulo juego con los montados. El tercero se rompió una mano en el transcurso de la faena de Joselito Adame.
Pesaba ya la  calurosa tarde, y allí no había pasado nada. Ni por parte de los toros ni por parte de los toreros.Todo iba rápido, sin que hubiese nada digno de destacar. Cuando salió el sexto, con las mismas trazas que sus hermanos, apuntaba a otra nadería como fue toda la corrida. Adame cambió el rumbo, se fue a porta gayola, quitó por zapopinas, siendo muy ovacionado, y empezó su faena, brindando al público, el ejemplar de El Montecillo, que había salido suelto de los jacos, y se había dolido en banderillas. Muletazos por alto con la planta erguida, alternando con algún buen trincherazo. En los medios y con la zurda le pegó un par de series, algo desajustadas, pero jaleadas. Tras unas manoletinas, entró a matar citando al toro y en una especie de suerte de recibir. Cayó rápido y el público no analizó si debía de pedir la oreja ó no. La pidió directamente y le fue concedida. Oreja. ¿Merecida o no? Como los penalties en el futbol. El presidente la concedió y punto.
El resto del festejo, fue un aburrimiento de categoría. Juan Bautista, como siempre, pulcro, aseado, apenas le tocan los engaños, pero frio y distante de la cara de el toro. Aguilar pegó un espadazo en la barriga al segundo, tras tres series con la derecha al hilo y una con la izquierda con enganchones. Al quinto, lo citó en los  medios, trayéndose de largo pero sin ajuste. Estocada.

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