miércoles, 1 de junio de 2016

Clamor y triunfalismo.

 Uno de junio. Corrida de Beneficencia. Lleno de "No hay billetes". Tarde calurosa y soleada. Acudieron al palco real, el rey emérito y su hija, junto a la presidenta de la Comunidad, Cristina Cifuentes. Los tres diestros brindaron los primeros de su lote.
Toros de Victoriano del Río, mansotes, nobles, dóciles y obedientes. La prueba del caballo, la constatacion de su bravura, no la pasaron. Por dos motivos, apenas se les pico, y salieron sueltos del encuentro con el jaco. Toros modernos para el toreo moderno.  Como si la modernización de la fiesta, pasara por suprimir la suerte de varas y camino de ello vamos. Nunca entenderé el triunfalismo de los presidentes, concediendo orejas de toros que no han cumplido en los tres tercios, y aún menos en el primero. El de ayer es uno de ellos, y creo que se quedó con las ganas de dar el rabo a Manzanares. Hubo petición de el. Escuchó una gran bronca, al conceder las dos a López Simón. 
Recibió con arte, el alicantino, a la verónica al quinto de la tarde. Un picotazo en la paletilla en la primera entrada al caballo y señaló la segunda. Quedó sin picar. Quitó por chicuelinas con una gran media. La cuadrilla cumplió con los palos. Bonitos muletazos salieron de sus muñecas, toreando muy despacio, y llevando la pastueña embestida con lentitud. Faena plástica, elegante, ligada pero falta de,  profundidad, ya que su colocación distó mucho de ser la correcta. La plaza llegó a pedir el rabo, tras estoquear a toro arrancado cerca de toriles. Tampoco fue la estocada de la feria, pero hoy los espectadores que acudieron, tenían la vena triunfalista. Muchos de ellos no volveran a aparecer por la plaza, hasta el año que viene, a esta misma fecha. 
López Simón también se fue por la puerta grande con los mismos trofeos, pero en el que mejor estuvo fue en el sexto, el mas complicado del encierro. Sin embargo no pasó de una ovación. Al del triunfo, le hizo una faena de menos a mas, con muchos altibajos y basada en la mano derecha. Salió volteado de la suerte suprema, estocada trasera, y el público tiro de pañuelo, para convencer al facil usía. De las faenas que se hayan concedido, las dos orejas, pocas recuerdo con tantas protestas. Y Castella, acabó su periplo en Madrid, cuatro tardes. Mató mal y solo recuerdo algún muletazo de verdad en el quinto. Frío, soso y pesado en sus trasteos. El campeón del pasado año, pasó en esta edición de San Isidro, sin pena ni gloria. Clamor, con dos de los diestros por la puerta grande, y triunfalismo en un presidente con incontinencia de moquero.

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