Veinticinco de mayo. Decimo octava de feria. Casi lleno en tarde lluviosa. Diluvió tras la muerte del tercero. Toros de Núñez del Cuvillo, remendados por un tío del Conde de Mayalde. Los del hierro titular, justos de presentacion y con gran nobleza el segundo. Tambien se dejaron cuarto y quinto. Poco trabajaron los picadores. Juan Bautista, Talavante, sustituyó a Ureña, y López Simon se dieron cita en esta tarde. Parte del público sacó a saludar a Talavante tras romperse el paseillo.
Cuatro orejas en una corrida en Madrid. Así dicho, suena muy bien. Pero no es oro todo lo que reluce.
Si valoramos las dos orejas del segundo, algo no cuadra. De siempre se han concedido estos trofeos, cuando la lidia ha sido brillante en los tres tercios. Bien, no vimos a Talavante con el capote, el toro se fue suelto de la primera vara, y la segunda apenas se señalo. Esto quiere decir que el toro se fue sin picar. No hizo una buena pelea en banderillas, extraordinario quite de peligro de Juan Bautista a Trujillo, sin embargo llegó a la faena de muleta, noble, con clase y recorrido. Muletazos por bajo para abrir boca, precedieron a dos series con la derecha de buen tono, aunque irregulares, sobresaliendo un remate con la izquierda larguísimo. Dos series con la izquierda la primera sin rematar y una estocada algo trasera. Es decir, vimos un gran último tercio, pero faltaron otros dos. Con una oreja, suficiente.
López Simón, corto una y una. La del tercero tras pinchazo, y perder la muleta en la estocada. Fue apaleado por el burel y tuvo que pasar a la enfermeria, para salir en el sexto. ¡Que sensible se vuelve el personal, cuando barrunta la cogida! Petición mayoritaria y oreja. Y en el sexto, y ya con el ruedo hecho piscina, tras la huida de los tendidos de gran parte de la afición, sacó algunos muletazos de buen corte y remató de una estocada. Y otra oreja. Con dos vueltas al ruedo hubiese ido todo viento en popa. Pero era día de abundancia. Y de lluvia. La que cayó en la segunda parte del festejo. Y sobre todo a Juan Bautista en el cuarto. Para el francés no hubo donativo, y se tuvo que conformar con saludar en este toro, tras buena estocada. Hizo dos trasteos largos, de los suyos, con esa frialdad tan propia.
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