Quince de mayo. San Isidro. Mas de tres cuartos de entrada en tarde agradable y festiva. Se lidiaron toros de El Parralejo, con desigual presentación y juego. El mejor el primero, seguido de el quinto, que fueron bravos y nobles en la muleta. Ante los montados, no destacó ninguno. El segundo fue devuelto a los corrales, siendo sustituido por uno de José Vázquez. El público sacó a saludar a Ginés Marín, recordando su última faena en Las Ventas .Curro Díaz mató tres por el percance sufrido en el tercero por Marín. Y se cortaron dos orejas, ver para creer, tan baratas que se pueden considerar un regalo. Sabido es que el público que va a la plaza un día como hoy acude con un talante mas relajado que cualquier otro, mas festivo y menos escudriñador. El caso es que se cortaron y tan contentos que se irían a su casa Díaz y Lorenzo, dando las gracias al presidente del festejo por su magnanimidad. El señor García González viene con el pañuelo fácil dispuesto a emular a el señor Parro, que creo que se ha jubilado. Por esto mentaba al santo, pensando que su influencia fue decisiva en la labor del usía, como si le hubiese iluminado. A Curro Díaz, no vamos a pedirle a estas alturas de su carrera, cuarenta corridas en Madrid, que cambie su concepto del toreo. Plástico, bello, pero poco profundo y por lo tanto irregular. Creo que estuvo por debajo del buen primero y la oreja que cortó en el sexto demos las gracias al santo. Y Alvaro Lorenzo, con cuatro bernadinas muy ajustadas y una estocada, se llevó otra pelua , tan meritoria como la que le dieron en la primera de feria y que le valió para coger el puesto que había dejado vacante Emilio de Justo. No creo que esta de hoy, le valga para coger otra. Y Ginés Marín tuvo el infortunio de llevarse una cornada cuando comenzaba el trasteo del tercero. Se mantuvo sereno, firme y torero con el muslo atravesado, literal. Mató y espero a saludar para irse a ver al doctor, Aquí no intervino el santo.
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